Cabe mencionar que junto a la experiencia familiar, la elección de pareja y la vida conyugal constituyen uno de los momentos importantes en el desarrollo evolutivo de las personas. Se espera en todo momento cumplir con la ideología de “hasta que la muerte los separe” sin considerar que en una relación existen altas y bajas, que si el matrimonio tiene las bases suficientes y la madurez individual necesaria para enfrentar esos altibajos, la solución de problemas será un paso más en la relación. Pero si esto no se da se puede llegar a casos en los que la única solución encontrada por la pareja sea el divorcio.
Esto, en ocasiones, puede ser decidido por los dos (esposo y esposa) o bien pedirlo solo una persona (esposo o esposa), llevando esto a un sinnúmero de conflictos que si no se tienen hijos, regularmente termina en una separación de bienes, psicológica y emocional, pero si los hijos ya forman parte del círculo familiar, especialmente si son menores de edad, las cosas se complican un poco más. Ahora ya hay un motivo más fuerte que un coche o una casa la cual se pueden dividir equitativamente, el pequeño es un individuo más que no puede ser vendido, ni dividido, mucho menos regalado y el cual es un vínculo fuerte que existirá en la pareja, ahí sí “hasta que la muerte los separe”.
Si bien es cierto que los padres en teoría buscan el bienestar de sus hijos o al menos es el ideal que se tiene como familia, en ocasiones cuando se presentan conflictos como matrimonio o como concubinos, se deja de lado lo que pueden llegar a pensar, sentir, escuchar e incluso sufrir los hijos. Se puede pensar que sucede por el hecho de volverse una “guerra” entre padres para determinar quién es el ganador, quién tiene mayor fortaleza en la relación, y se piensa que como niños no va a entender los problemas que se presentan, sin embargo son los que más sufren este tipo de problemáticas.
Existen algunas mamás que por el hecho de que el marido ya no quiere estar con ellas, no dejan que el niño vea a su padre o tenga convivencia con la familia, como si castigaran al padre, sin considerar que el afectado realmente es el pequeño. No se dan cuenta que el divorcio es propiamente de ellos como padres y no precisamente de los niños.
Debemos considerar que todas las actitudes que un padre pueda llegar a realizar, servirán como ejemplo o guía para los hijos en el sentido de que son figuras primarias y que en base a ellas, el niño logrará tener cierta identificación tanto con los padres como con el medio y así crear aspectos que lo guiarán a lo largo de su vida.
Elaborado por: Psic. Solorio Cárdenas Elizabeth
Referencias:
-Siegel, J., (2008), Lo que los niños aprenden del matrimonio de sus padres, México, Grupo Editorial Norma, p. 126.
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